marți, 1 februarie 2011

Jerez (Alfonso Yuste Álvarez)


El señorito andaluz,
chulo, jaque y sinvergüenza,
sobre la jaca alazana
se te impone y te doblega.
Que ha germinado en tu suelo,
noble jerezana tierra,
la simiente de un mal hijo:
la de Primo de Rivera.
Siempre Jerez, en sus luchas,
venció con harta nobleza,
al burgués degenerado
de la guitarra y la juerga.
¿Cómo has caído, Jerez,
bajo el yugo de la espuela?
De aquel Jerez proletario
nada en absoluto queda.
Sólo hay esclavos que gimen,
sólo hay tiranos que pegan.
En tus viñedos frondosos,
donde las manos morenas,
de minervas andaluzas,
guapas, gentiles, risueñas,
racimos de vid cortaron
y transformaron en néctar,
hoy deambulan como sombras
mujercitas cadavéricas.
Aquel vino, oro y miel,
elaborado en tus prensas,
ya no es vino, que es veneno…
Y tu sal se ha vuelto negra.

En pie, con fusil al brazo,
está Juan Manuel alerta.
Es un joven jerezano,
campesino. De su tierra
huyó seguido del plomo
de las pistolas burguesas.
–Jerez–dice- aún no ha muerto.
Jerez circula en mis venas.
Yo soy Jerez. El trabajo,
el dinamismo, la fuerza;
lo sublime y lo gallardo,
lo castizo con decencia.
Lo bonito, mi chiquilla;
lo amable, mi madre buena.
Y era la honradez mi padre,
y lo asesinó la Iglesia.
Los traidores a la patria
pagaron su justa pena.
Que mientras tenga un fusil
y sangre en mis venas tenga,
no cesaré en el combate.
Mi lucha no tiene tregua,
porque yo llevo a Jerez
en el alma, en la conciencia,
y quiero decir al mundo
en cuanto llegue a sus puertas:
¡Si hay un Jerez en España,
Juan Manuel lo representa!

Alfonso Yuste Álvarez,
De la Brigada Mixta núm. 2, compañía de zapadores.

Febrero, 1937.

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